Pese al vuelco provocado en España por la crisis, donde el precio se ha convertido en un factor fundamental en las decisiones de compra de muchos consumidores, una de las grandes armas competitivas de las empresas más vinculadas al consumo es su catálogo de marcas, en tanto que aportan valor añadido a través de la innovación.
Danone es un claro ejemplo de la importancia que puede llegar a alcanzar esta diferenciación de la oferta: alrededor del 40% de la facturación del grupo alimentario procede de productos que no llevan un año en el mercado.
La multinacional ha concentrado hasta ahora buena parte de sus esfuerzos de investigación y desarrollo (I+D) en los llamados alimentos funcionales, aquellos que, además de los aspectos nutricionales, aportan beneficios adicionales a la salud.
El resultado son marcas como Actimel, Danacol o Densia. Pero Danone quiere ir más allá y ampliar el horizonte de su estrategia de innovación, llevándola a nuevos segmentos, lo que puede suponer la adquisición de terceras empresas o la rúbrica de acuerdos de colaboración.