UN EJEMPLO DE MARKETING POLÍTICO

Una de las vertientes menos conocidas del marketing es, sin duda, el político. Y precisamente este desconocimiento se detecta en las numerosas solicitudes que hemos recibido para que abordemos este tema. Por ello hemos querido traeros en esta ocasión un artículo que aborda el marketing político desde la más rabiosa actualidad:

Leíamos hace poco que en el palacio de la Moncloa parecen haber captado con nitidez el mensaje que se extrae de las últimas encuestas, que reflejan un apoyo cada vez menor a la acción del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Sólo así cabe entender la nueva estrategia que se ha puesto en marcha y que se sustancia en dos importantes anuncios: el del lunes del propio presidente, en el sentido de prometer una rebaja en el impuesto de sociedades, aunque sin concretar cuándo se aplicará, y la medida que ayer anticipó el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Jesús Caldera, por la cual los padres podrán gozar de un permiso de paternidad de, “como mínimo”, siete días.

La receta para atajar el mal que padece el Ejecutivo es bien sencilla: populismo y grandes dosis de prodigalidad. No significa esto que se esté prometiendo nada que sea insensato o que vaya a comprometer la estabilidad financiera de la hacienda pública española, pero no cabe duda que son los pésimos resultados de las encuestas los que han movido al Gobierno a lanzarse a esta loca carrera de anuncios de medidas que, obviamente, tienen que ser bien acogidas por los sectores a los que van dirigidas.

El elevado impuesto de sociedades que soportan las empresas españolas afecta negativamente a su competitividad y es una de las causas que explican el creciente desequilibrio exterior. En cuanto a la ampliación del permiso de paternidad, va en la línea de lo que ya existe desde hace años en países de nuestro entorno.

Lo llamativo del caso no es, por tanto, el contenido de las medidas anunciadas sino la impresión de que el Gobierno socialista piense que así puede solucionar su creciente impopularidad, lo que demostraría su alejamiento de la realidad y su escaso conocimiento de la opinión pública.

Los demoledores datos de las encuestas son el resultado de una política errática, basada en la improvisación y en las concesiones –cuando no claudicaciones– ante los socios nacionalistas. La tramitación del Estatut catalán o –en el caso de la Comunidad Valenciana– la derogación del trasvase del Ebro, ejemplifican a la perfección la acción de un Gobierno cuya principal preocupación parece concentrarse en mantenerse como sea y a costa de lo que sea. Esa sensación de dejación de funciones es la que ha calado entre los ciudadanos y eso no se soluciona con un curso acelerado de marketing político.

Fuente: diario Las Provincias