Gamificación en la empresa: jugar para aprender a ganar

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  • Grandes compañías aplican esta estrategia para retener conceptos y generar nuevos estímulos.

  • Se trata de una fórmula que ayuda a que los empleados se sientan más identificados con su empresa.

En algún sitio hemos escuchado alguna vez que los hombres no dejan de jugar porque envejezcan, sino que envejecen porque dejan de jugar. Y, la verdad, creemos que esto es aplicable a las empresas. Todo juego exige ejercitar alguna capacidad o destreza. Cuando un negocio se deja llevar y no asume ciertos riesgos, está perdido. Esto es lo que trata de evitar una herramienta de aprendizaje y desarrollo de las empresas en permanente crecimiento: la gamificación. Porque un negocio crece cuando aprenden todos los que forman parte de él. Y no hay mejor forma de aprender que jugando.

La finalidad de la gamificación corporativa no tiene ningún secreto. Se trata de trasladar la mecánica de los juegos al ámbito profesional. En otras palabras: es mucho más fácil absorber los conocimientos a través de un juego, concentrarse e implicarse en él, que en un curso lleno de conceptos abstractos y presentaciones interminables en PowerPoint.

Un ejemplo de gamificación en una gran empresa

En Deloitte eran conscientes de la importancia de la formación de sus directivos para dinamizar los equipos y alcanzar las metas previstas. Para ello se desarrollaban innumerables formaciones, cursos que profundizaban en las técnicas de motivación más efectivas, además de contar con una web formativa. Sin embargo, los destinatarios de estas actividades acudían a ellas, participaban, entraban a la web, escuchaban los conceptos y al rato… los olvidaban.

Así que la empresa auditora decidió echar mano a la gamificación. Para ello se renovó la web centrada en la formación, ofreciendo un contenido y un aspecto mucho más lúdico. En ella se dispusieron diferentes niveles de juegos, se establecieron unos rankings en función del aprendizaje, se establecieron misiones que había que cumplir y se generaron premios virtuales. Por supuesto, el contenido del juego era el mismo que se daba en las referidas clases de formación.

Los resultados fueron un éxito. Aquella web de formación otrora aburrida se convirtió en una de las preferidas por los directivos. Los usuarios que la visitaban cada día se incrementaron en más de un 40%. La web llegó a generar una divertida rivalidad entre los que accedían a ella, una competencia en busca de recompensas de las que se hablaba entre risas a la hora del café. Pero, sobre todo, esta herramienta de gamificación presentó una mayor retención del conocimiento.

Existen mil formas de desarrollar la gamificación. No solo debe estar destinada a los directivos. Antes de que el coronavirus impidiera desarrollar este tipo de juegos, los juegos de escape se convirtieron en una de los entretenimientos de moda. Y muy pronto, las compañías encontraron que eran una magnífica fórmula de incentivar el trabajo en equipo entre sus empleados al tiempo que potenciaban su liderazgo. Empresas como Cinesa, Telefónica o Leroy Merlin lo convirtieron en una costumbre muy bienvenida entre sus trabajadores.

La gamificación favorece el desarrollo creativo y dispone a los usuarios a un entorno de colaboración y de pertenencia a una comunidad. Por otro lado, asociar la empresa con un juego ayuda a fortalecer los valores y la cultura de la empresa. “En una hora de juego se puede descubrir más acerca de una persona que en un año de conversación”, escribió Platón. Y todos aprendimos en el colegio, entre juego y juego, que Platón fue un gran sabio y conviene hacerle caso.