
-
En marketing, no hay nada más determinante que la primera impresión que un consumidor se lleva de una marca
Comprender y aplicar el efecto halo puede marcar la diferencia entre una relación comercial duradera o una oportunidad perdida.
¿Qué es el efecto halo?
El efecto halo fue descrito por primera vez en 1920 por el psicólogo Edward Thorndike. Este sesgo cognitivo ocurre cuando una percepción positiva sobre un rasgo o característica de una persona, producto o marca influye en la evaluación global que se hace de ella. En otras palabras, si algo nos gusta mucho de una marca, tendemos a asumir que el resto de sus aspectos también serán positivos.
En el contexto empresarial, el efecto halo se traduce en que un cliente que vive una buena experiencia inicial, ya sea por un diseño atractivo, un servicio rápido o un packaging cuidado, tiende a percibir favorablemente el resto de la oferta, incluso sin conocerla a fondo.
Ejemplos de efecto halo en marcas actuales
Uno de los casos más claros es Apple. Su cuidada experiencia de unboxing genera una percepción de calidad y detalle que se extiende a todo el producto, incluso antes de usarlo. Lo mismo ocurre con marcas como Starbucks, donde el ambiente, el aroma y la presentación de los productos contribuyen a que los clientes valoren positivamente el café, aunque existan alternativas similares.
Otro ejemplo es Tesla, cuyo halo de innovación tecnológica y sostenibilidad hace que incluso sus productos más básicos sean percibidos como superiores frente a la competencia.
Por qué es clave para las marcas
El poder del efecto halo radica en su capacidad para influir en la percepción del consumidor sin que este sea plenamente consciente. Una única interacción positiva puede convertirse en un acelerador de confianza y en un factor decisivo para la conversión. Esto significa que, en muchos casos, invertir en mejorar un solo aspecto de la experiencia del cliente puede tener un impacto multiplicador en toda la marca.
Cómo aplicar el efecto halo en tu estrategia de marketing
- Cuidar el punto de contacto inicial: desde la web hasta la primera interacción con el cliente.
- Invertir en diseño y branding: una estética coherente y atractiva refuerza la percepción global.
- Crear experiencias: pequeños detalles que sorprendan positivamente.
- Ser coherente: un halo positivo se mantiene solo si la experiencia real respalda las expectativas generadas.
