Un presidente del Gobierno que logra su reelección con un paro superior al 7%, no es tan habitual en Estados Unidos -sólo Roosevelt y Ronald Reagan lo lograron en el último siglo-. En un marco internacional poco favorable, con una oposición muy fuerte, y si además se dice de él que no es tan buen político, el reto se torna casi inalcanzable. Pero no ha sido así.
Obama consiguió su segundo mandato y lo hizo gracias a que es un excelente comunicador y así lo demostró a lo largo de toda la campaña. Incluso brilló en las situaciones más comprometidas como su aparición ante los medios en la Casa Blanca tras los polémicos comentarios de un congresista republicano contrario al aborto.
En la cumbre de este éxito, su discurso de investidura, hábil, persuasivo y conmovedor, es clara muestra de sus dotes comunicadoras. De él se pueden sacar grandes conclusiones que sirven de modelo a la hora de comunicarnos en el ámbito empresarial. Porque algunos líderes empresariales fracasan estrepitosamente en esta faceta. Y no es por lo que dicen, que ellos de sus empresas saben más que nadie y el contenido es algo que dominan, sino por cómo lo dicen.
Tres reglas de oro
No usar PowerPoint
La moda del PowerPoint pasó hace mucho tiempo, aunque los directivos empresariales parecen no haberse dado cuenta. Se empeñan en acompañar sus presentaciones de una exhaustiva presentación de diapositivas que no deja al auditorio mover la mirada de la pantalla, a riesgo de perder el hilo de la información, y lo que realmente hacen es aburrir a su audiencia. Además, esta dinámica conlleva el problema añadido de que puede fallar, perder el compás de la explicación o incurrir en una falta de calidad que lejos de informar, pone barreras a la explicación. Sólo debe usarse para una explicación muy concreta y puntual y luego devolver la atención al orador. Si hay un PowerPoint al que mirar, el receptor no centrará su atención en quien le habla y con ello se perderá gran parte de esta comunicación. Obama hizo justamente eso. Fue el centro de atención.
Mirar a la audiencia
Una pieza clave del éxito de toda conferencia es saber mirar a la audiencia. Pero esto no es tarea fácil. Es muy habitual que los focos, la ubicación u otros factores dificulten que el orador vea con claridad a sus espectadores. Pero ellos están ahí y es fundamental que, incluso si hay que leer unos apuntes, no se pierda el contacto visual. A pesar de no contar con un prompter -pantalla transparente donde leer el mensaje en una cámara- como sí tiene el presidente, existe un truco tan sencillo para facilitar esta labor como ampliar el tamaño de la letra del discurso a leer. Otra habilidad que da muy buenos resultados es aprenderse algún párrafo del texto de memoria. Los apuntes ayudan pero podemos convertirnos en sus prisioneros. Y, por último, practicar para controlar el tiempo de la exposición.
Manejar los silencios
El silencio capta la atención del interlocutor. Manejar los tiempos de silencio se convierte en un arma muy poderosa, pero muchos ejecutivos tienen miedo de hacerlo. Creen que en estos paréntesis pueden perder la atención de la audiencia. Obama domina la técnica y sabe que no es así. Utiliza esta herramienta con gran soltura y sus silencios, que en ocasiones, parecen una eternidad, son clave de su éxito.