La muerte de Steve Jobs ha sido recibida en diferentes ámbitos como un mazazo, por su cualidad de llevar ilusión a sus proyectos, transfomando una marca en un valor o experiencia para sus usuarios o compradores. La presidenta de Siemens España, Rosa García, le dedica unas palabras a Jobs recogidas en el diario Expansión.
Para alguien que ha invertido los últimos veinte años de su vida en el mundo de la tecnología, la marcha de Jobs supone una enorme tristeza y una pérdida irreparable. Para todos aquellos que, cada día, nos levantamos con la intención de dejar un sitio mejor donde vivir a nuestros hijos, Jobs era un gran ejemplo a seguir.
El legado de Jobs es enorme. Puede que no inventase el ordenador, la música en MP3, el teléfono o ni siquiera los dibujos animados, pero cualquier cosa que tocaba la hacía mágica y atractiva. Su estilo nos enseñó a amar la tecnología.
La vida de Steve Jobs es el ejemplo de que nada es imposible. Jobs fue dado en adopción, expulsado del colegio, abandonó la Universidad y, pese a todo, consiguió convertirse en uno de los grandes iconos de la sociedad moderna.
Para mí, el secreto de su éxito reside en que nunca se rindió. Su trayectoria y sus éxitos son un soplo de aires fresco en un momento de crisis como el que vivimos. Nos demuestra que, al final, siempre hay una salida: sólo debemos confiar en nuestras posibilidades y trabajar duro para conseguirlo.
Si hay algo que debemos resaltar de la personalidad del creador de Apple, es la pasión que puso en todos sus proyectos. Cuando me enteré de su muerte, mi primera reacción fue compartir esta frase suya en Twitter: “Cada mañana me pregunto: si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que quiero hacer hoy?”.
Jobs llevó esta máxima hasta sus últimas consecuencias. Siempre fue fiel a sí mismo y trabajó con pasión e imaginación para crear una empresa como Apple que enamora a media humanidad.
Además, Steve Jobs era emprendedor. Y se sentía orgulloso de serlo. Solía renegar de adjetivos como gurú, marcador de tendencias, etc… para definirse como emprendedor.
En un país como el nuestro, donde la figura del empresario no tiene demasiado prestigio es el momento de reivindicar la figura de personajes como Jobs, que crean riqueza y bienestar. La historia de Apple empezó en un garaje – como tantas otras, en Silicon Valley-, pero sólo la pasión, la confianza, el amor por un proyecto y un verdadero espíritu emprendedor le permitieron levantarse de las caídas que sufrió y seguir adelante en su aventura.
Siempre creyó en sí mismo y, pese a fracasar en varias ocasiones, mantuvo la confianza necesaria para volver a intentarlo. Esa es la lección que debemos aprender y, ojalá, aplicar en nuestras vidas.
Te echaremos de menos, Steve.
Rosa García
Presidenta de Siemens España