El otro día escuché a Martínez, de contabilidad, “vérselas” telefónicamente con la compañía de telefonía, valga la redundancia. Se las tenía tiesas con la operadora por las dichosas penalizaciones y compromisos a la hora de cambiar de compañía porque estamos muy descontentos con el trato, los errores de las facturas y demás. Ni siquiera es que los móviles fueran “la leche”, pero total, son ya tan liosos que ni sé para lo que valen la mita d de cosas que traen.
El caso es que me vino a la mente la idea de cómo nos iría si trasladásemos ese modelo a nuestra empresa. Esta claro que nuestro mercado es diferente, no es un oligopolio. Además creo que ese camino llega a la cautividad del cliente, una manera de insatisfacción sutil pero que hace que no se sienta libre de escoger aquello que mejor le va en cada momento.
No quiero utilizar este post solamente para criticar a las compañías de telefonía que operan en nuestro país. Es aplicable a todo el mercado. Si regalas algo, no te lo cobras después, porque entonces no lo regalas, lo vendes. Retener a los clientes, amordazarles, es la política más extendida. Nosotros preferimos fidelizarlos.
Marcial Trincado
Un ejecutivo virtual en un mundo real