Non-stop pelvis…

ElvisLa marca Elvis Presley es una marca que siempre vende. Lo hizo apropiándose de la palabra rock and roll – para desgracia de los verdaderos creadores, aunque algunos supieron chupar rueda – de las nuevas películas musicales a principios de los sesenta, e incluso de la marca Las Vegas, que aparte de casinos, locuras estrafalarias varias, películas de asaltos y veladas de boxeo, es lo más parecido al paraíso de los crooners, pero antes que de ellos, de Elvis y sus trajes brillantes, de acampanados pantalones y chaquetas con capa.

A Elvis le hizo mito su muerte prematura – aunque por excesos, tardía, seguramente – y las discográficas descubrieron el gran negocio de las recopilaciones, los revivals y los imitadores. Y después de muerto, también fue capaz de lanzar la marca Graceland, como ese lugar de peregrinación presleysiana, pero también de must-see de cualquier tour por los USA, siempre que uno no se quede en el este – por comodidad – o en el oeste – por glamourazo -. Hasta Paul Simon le rindió su musical culto.

Y con todo lo que Elvis ha dado y sigue dando de sí, no es exagerado pensar que existe una industria en sí misma, esa de royalties y merchandising que no cesa, que a cada año encuentra la excusa perfecta para exprimir un poquitín más esa marca inacabable, que extrañamente, solo tuvo 40 años de vida…lo cual viene a demostrar que las muy buenas marcas son atemporales, multi-explotables a poco que se les añada creatividad de la buena, supervivientes a pesar de que la dinámica de los negocios cambie, y de extraño calado extra-generacional, por mucho que las modas pasen y la música tienda a cada vez más ruidos, gruñidos y supuestas demandas sociales…que no es sino la manifestación más evidente del agotamiento del talento.

Ser una de los Presley, como bien saben Priscilla y Lisa Marie, es un chollo, a pesar de haberle aguantado en sus drogas y en sus delirios, y que su sombra siempre haya sido demasiado alargada, algo que por otra parte, a la primera le ha hecho ser la viuda más famosa de América, y a la segunda, y entre otras cosas, casarse con Michael Jackson en su momento

Pablo Martín Antoranz

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