Mi cumpleaños

Dentro de pocos días me haré menos joven, es decir, que me caerá un añito más. No es que le dé una importancia vital o extraordinaria, creo que como todos… en verdad creo que me hacen más ilusión los cumpleaños de mis hijos.

Recuerdo muchos de mis regalos, al igual que otros ya los he olvidado. Si quitamos más de un “autoregalo” que me ha hecho mi mujer con nuestras tarjetas (véase, la columna de hidroterapia), el resto han sido ideas brillantes: Colonias, bolígrafos, corbatas, gemelos, carteras, gafas, zapatos o chaquetas.

Hace poco, cuando Gutierrez llegó a la oficina con su nuevo iPhone, se me salían los ojos de las órbitas. Deseé que hubiera tenido un pequeño “accidente” para acoger a mi abrigo a tan flamante huérfano digital. Incluso habría firmado cambiarlo por alguno de mis hijos, sobre todo cuando me piden para salir el fin de semana. Caramba, puede que al final me importe más de lo que pensaba.

Pero creo que voy a dar el paso adelante y ser constructivo. Este año voy a hacer unas sugerencias con las que seguro voy a dar en el clavo. Seguro.

Marcial Trincado
Un ejecutivo virtual en un mundo real