Y ahora estamos todos tan contentos. Hace una semana nos derrumbamos en un hoyo sin fondo, de la más alta de nuestras expectativas caímos al vacío, y el lunes parece que alguien nos lanzó una cuerda a la que aferrarnos para volver a subir a la superficie. Pero el terreno es demasiado blando y es posible que se nos hundan los pies. Así es como funciona este país, en lo deportivo, en lo político, en lo económico… en el día a día de la sociedad. Un día nos comemos el mundo, para estar luchando por respirar el siguiente. Vivimos inmersos en una montaña rusa que nos afecta a todos.
Estas palabras bien se pueden trasladar al Mundial de fútbol, que parece que es lo único que está en boca de todos cada minuto, pero también sirven como descripción del pan de cada día. Ahora nos rebelamos como descosidos contra una reforma laboral que no tiene contento a nadie, pero mañana se nos olvida y el despido a 33 días es del gusto de todos. Hoy conocemos las subidas en el precio de la luz y juramos por el mundo que no podemos consentirlo, pero la semana que viene este tema ha pasado al fondo del armario.
El vertiginoso ritmo de vida que en muchos casos nos rodea hace que las prioridades de una mañana sean cuestiones banales por la noche, y que pasen al baúl de los recuerdos al día siguiente. Y después, tenemos la osadía de protestar, y nos continuamos rebelando por eso que esta mañana nos hacía arder la cabeza…. Pero ya no me acuerdo de qué era, lo siento…