El 60% de los españoles dicen saber distinguir entre una noticia verdadera y una fake news, pero en la práctica sólo el 14% de las personas son capaces de hacerlo. Así se desprende el estudio realizado por la empresa Simble Lógia junto a la Universidad Complutense de Madrid.
Las fake news han hecho mucho daño a Facebook (y a la sociedad en general). Encontraron en esta red social su plataforma ideal para desinformar, engañar y falsear la realidad. Zuckerberg anunció en su momento que comenzaría una cruzada contra las Fake News y que tomaría medidas para reducir su alcance. También admitió haber detectado interferencias en Rusia para favorecer la elección de Donald Trump.
Tras haber proliferado en esta plataforma, las Fake News se propagaron como una plaga por otra red: WhatsApp. También propiedad de Facebook. El inconveniente aquí es la dificultad que existe para poner medidas que puedan reducir el alcance de las noticias falsas. Debido, principalmente, a la propia arquitectura de WhatsApp. Compartimos lo que nos llega de forma masiva y sin corroborar la información.
El ex portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Antonio Hernando, ha sido portavoz en la Comisión de Seguridad Nacional del Congreso en el último año, donde ha abordado en diferentes ocasiones el tema de las fake news y la ciberseguridad. El ex diputado reconoce que con la llegada del 5G será más difícil controlar a las organizaciones que difunden este tipo de contenido. Su consejo: Estar prevenidos, preparados y denunciar cuando se detecten.
¿Quién crea las fake news y cómo se propagan?
En el mundo de internet, con millones de emisores y receptores, cualquiera puede crear fake news. Pero lo preocupante no es que lo pueda hacer cualquier usuario de internet, sino que haya plataformas especializadas en crear fake news o campañas organizadas y coordinadas, a través de bots, para replicar las noticias falsas y conseguir una mayor repercusión e influencia de las mismas.
¿Estamos hablando un nuevo tipo de negocio? ¿Cómo se puede ganar dinero con ello?
En el mundo de las fake news los intereses son muy diversos, y no siempre responden a beneficios económicos. Hay Estados que pretenden desestabilizar a otros, o influir en determinados procesos democráticos o en conflictos sociales. Hay instituciones de diferente índole que quieren obtener beneficios de la difusión de noticias falsas. También hay grupos organizados de activistas o de organizaciones políticas o de empresas que se disfrazan de medios de comunicación, que se dedican a este tipo de prácticas. Indudablemente en muchos casos obtienen beneficios económicos por ello, ya sean directos o indirectos.
El ámbito político y social son vulnerables a estos ataques pero, ¿podría afectar al poder económico y financiero? ¿Cómo?
Por supuesto que pueden afectar a la economía o las finanzas. Pensemos en las graves consecuencia que puede provocar la difusión de una noticia falsa sobre la situación de una entidad financiera que tenga carácter sistémico, o sobre grandes multinacionales de la comunicación, la energía o las telecomunicaciones.
La difusión de informaciones falsas, falseadas o tergiversadas, puede hundir su reputación, afectar a sus clientes y suponer ingentes pérdidas económicas y de empleo.
¿Pueden hacer frente los políticos a esta nueva herramienta de desinformación?
Los países y, sobre todo, las instituciones internacionales o regionales que les agrupan, tienen que estar sensibilizados y coordinados para detectar este tipo de campañas desestabilizadoras, y reaccionar con rapidez ante las noticias falsas que pueden influir en procesos democráticos o que pueden acarrear enfrentamientos sociales o profundizar en conflictos territoriales.
El combate a este tipo de noticias falsas se tiene que hacer con transparencia, mejorando la información a la que tiene acceso la ciudadanía e informando fidedignamente de los hechos.
No soy partidario de recortar libertades o cerrar medios o plataformas, sino más bien de reforzar los mecanismos de que disponen los gobiernos para detectar estos hechos, investigarlos y descubrir a los autores intelectuales de los mismos. También de que los auténticos medios de comunicación se dediquen a combatir con auténtica información, las mentiras que se difunden en la red.
¿Crees que la desinformación está incentivando los modelos de información de pago?
Creo que cada vez somos más conscientes que la información de valor se hace por medios de comunicación, ya sean digitales o analógicos, que disponen de buenos profesionales, que realizan su trabajo bajo normas deontológicas claras, que tienen buenas fuentes y que pueden dedicar tiempo y esfuerzo a obtener y contextualizar la información.
El buen periodismo y la buena información no pueden ser gratuitos, alguien tiene que pagar por ello, sean los anunciantes o los usuarios, que estén dispuestos a pagar un poco por una información de mayor calidad.
¿Vislumbras un futuro donde este problema no preocupe o no sea una amenaza?
Creo que en el mundo 5G, con el desarrollo y generalización de las tecnologías de la información y la comunicación, y con acceso permanente a internet desde dispositivos móviles y desde cualquier lugar del mundo, es muy difícil evitar que haya personas u organizaciones que difundan noticias falsas. De alguna manera las fake news siempre han existido.
El problema ahora es la facilidad para difundirlas a través de internet. Y por ello, frente a un fenómeno que casi es inevitable, lo importante es estar prevenidos, tener información de calidad accesible, disponer de mecanismos de alerta y denuncia, y tener medios e instituciones, especialmente supranacionales, que investiguen y persigan este tipo de prácticas.