MERCEDES MARCOS- Todos los niños deberían tener derecho a recordar sus días en la escuela como la feliz etapa en la que disfrutar con sus amigos, era la máxima preocupación. Sin embargo, según recientes estudios, en torno a un 10% de los estudiantes españoles ha sufrido o padece en la actualidad, acoso o ciber-acoso en las aulas.
Esto del “bullying” lo escuchamos en el telediario o lo conocemos por alguna campaña publicitaria, pero sin duda, nos hacemos más sensibles al dolor cuando “nos topamos de bruces con esta realidad”, explica Josep Fígols, CEO y cofundador de B-Resol. Fue precisamente esto lo que le sucedió a una de sus socias, y ese el motor primigenio para lanzar una app anti-bullying.
“Nos topamos de bruces con esta realidad”
“Todo arrancó hace cinco años, cuando al despacho de mi socia María Teixidor -abogada especialista en mediación y resolución de conflictos- llegaron unos padres desesperados por saber cómo investigar en el messenger de su hijo para encontrar pistas de su trágico fallecimiento”, explica Fígols. La empatía filial que sintió María, al ver a una familia rota por haber perdido un hijo como consecuencia del bullying, fue el resorte para “querer hacer algo”.
María sumó sus fuerzas con otras tres de sus colegas, también madres preocupadas por este fenómeno, que desde ese planteamiento inicial tuvieron claro que al acoso escolar había que combatirlo desde dentro. Y esto suponía introducirse en el lenguaje natural de los nativos digitales. Por eso buscaron la colaboración de Josep, experto de larga trayectoria en el ámbito tecnológico ayudando a multinacionales y startups, y capaz de traducir todo el conocimiento en mediación de las cuatro socias, en una herramienta digital útil para los jóvenes.
Al acoso escolar había que combatirlo desde dentro.
En enero de 2016 se constituyeron como empresa, pero no fue hasta marzo cuando la app fue una realidad. Ahora tocaba la siguiente fase. ¿Cómo proveer de este recurso a los jóvenes para que les fuese válido?. La puerta de entrada llegó de la mano de la Consejería de Educación de la Generalitat de Cataluña. “Pese a la lenta burocracia que se le achaca a la Administración, en nuestro caso fue presentar el proyecto, y seguidamente firmar un convenio para implementar un proyecto piloto en cinco centros públicos de Barcelona”, apunta Fígols.
El CEO explica las características y funcionalidades de esta App, que también está disponible en web y para su uso en todo tipo de dispositivos. “Quisimos que también tuviera presencia como web, porque después del proyecto piloto hemos tenido capacidad para mejorar muchísimo, y detectamos casos de acoso en chicos del segundo ciclo de primaria, que aún no tenían smartphone”.
En cuanto al funcionamiento, el soporte tecnológico permite entrar en la app “sin necesidad de identificarte, puesto que preservar la identidad era uno de los puntos más importantes para llegar a nuestro público” y en un solo clic, dar aviso de un caso de bulliyng.
En un solo clic, dar aviso de un caso de bulliyng.
Josep asegura que más que para el menor que padece el acoso -que la mayoría de veces no es capaz de denunciarlo por miedo-, esta aplicación está orientada a que sean los observadores los que pongan en alerta a la comunidad educativa. “Cuando existe un caso de este tipo, la víctima es una, y a lo sumo dos o tres que actúan bajo las órdenes de ese líder, pero observadores hay muchos, y a veces se quedan parados, porque también sienten miedo”, explica.
Sin necesidad de ser identificado, la app avisa a una persona del centro, que además, puede ser elegida por el propio denunciante, “porque cuando los jóvenes se atreven a dar el paso, quieren saber a quién se están dirigiendo”. Una vez notificado el caso de acoso, el responsable educativo que recibe la incidencia, tiene a su disposición una especie de bitácora en la que introducir el seguimiento de los pasos que están efectuando para la gestión y resolución del conflicto. “Es también una manera de que el profesorado quede respaldado de cara a las autoridades, porque muchas veces no tienen como documentar las intervenciones y se les acusa de dejación de responsabilidades”, apunta Fígols.
Igualmente, la app sirve a los centros para extraer sus propias métricas en este sentido, o mejorar en ámbitos que de otro modo, no hubiesen sido detectados. “Por ejemplo, si al final de año, los casos que se contabilizan suceden en el patio, podría ser porque existiese una de las denominadas zonas oscuras (de visibilidad reducida) y requiere extremar en esos lugares la vigilancia”.
Tal fue el impacto del proyecto piloto de B-Resol que automáticamente empezaron a sumarse otros centros también de Barcelona, “porque teníamos claro que queríamos conocer muy bien a nuestro cliente, y para ello teníamos que estar cerca”. Centros de toda índole. “Públicos, privados, religiosos, laicos… y ahora queremos abrirnos a toda España y tenemos vocación de universalidad”, señala el CEO. Inclusive el Gobierno de Andorra quiso incluir a B-resol como parte de su programa para combatir el acoso en las aulas.
“Queremos abrirnos a toda España y tenemos vocación de universalidad”
Esta disposición por querer cambiar el mundo desde la tecnología, fue de hecho reconocida por la Fundación Ship2B el año pasado como proyecto seleccionado en High Impact, un programa de aceleración e inversión para startups de impacto social.
Su intención ahora es añadir un dígito a la veintena de centros que ya combaten el acoso a golpe de clic y poder implicar a las Administraciones y centros educativos en la viabilidad de B-Resol, ““porque nuestra vocación es no perder dinero y que los ingresos que obtengamos se destinen a hacer crecer el negocio y así ser universales”.